sábado, 10 de marzo de 2012

Al punto de ebullición

En épocas extraordinarias, o sea cuando todo se pone patas arriba, insistir en funcionar como siempre es tan absurdo como buscar la cuadratura del circulo. Sin embargo a veces se pretende y eso añade más sufrimiento si cabe, y siempre cabe claro.

Existen dolores inevitables, necesarios para crecer, de esos que te horadan el alma, pero que uno sabe, porque uno siempre sabe, que traen un orden mayor, nuevas necesidades, nuevas prioridades, nuevos parajes. Algo en el interior urge a ser y estar mejor. Aunque de miedo.

No escuchar las señales y seguir como si nada, o pretender vencer el miedo, son algunos modos de añadir sufrimiento innecesario. En el primer caso porque como aquí hemos venido a aprender, cada uno lo suyo, la vida te va a ir poniendo por delante una y otra vez la lección de modos variopintos y cada vez menos sutiles. En el segundo porque los miedos no se vencen, se afrontan y casi siempre implican un salto de fe hacia lo desconocido.

A propósito de añadir sufrimiento innecesario, un colega me contó que a veces preguntaba a sus pacientes ¿tu cueces o enriqueces?, símil que me hizo reír un buen rato porque la verdad que en estas lides mejor estar a lo esencial y no añadir más sabor porque en lugar de más gusto habrá más disgusto. En serio.