La muerte nos acerca. De repente, con personas a las que ves a diario y te saludas sin más (como se dice por aquí), necesitas tocarte, abrazarte y compartir casi sin palabras la desazón y la tristeza que te deja perder a un compañero.
El era un hombre bueno. Yo siempre le insistía en que tenia que hacer emerger ese punto confrontativo que a veces es tan necesario y del que él no gastaba. Atrévete a ser un poquito malo le decía; el me sonreía y que si, que si, que lo iba a intentar..., pero ay! como me cuesta..
Y yo erre que erre, que no podemos complacer siempre, que la impotencia es el cansancio de no ser quienes somos, que el reto es diferenciar la empatia y la compasión de asumir la responsabilidad del otro...., y dale que dale.
El era todo ternura y calidez. Solícito, comprensivo y amable. Perfecto y precioso tal cual. Y creo que eso nunca se lo dije lo suficiente, y esto hoy me entristece tanto....
Por eso la muerte nos pone a cada uno en nuestro sitio y ubica con katana en lo que es de verdad relevante en la vida.
Gracias J. Te llevo en el corazón.